Hace tiempo que me interesé por un documental que trataba sobre la ya famosa movilización de los trabajadores de SINTEL y que les llevó a acampar a todo lo largo del Paseo de la Castellana, en Madrid, para protestar por la privatización de su empresa y posterior cierre, dejando en la calle a 1800 trabajadores en toda España. El título de aquel documental, galardonado con un Goya en su categoría, era “El Efecto Iguazú”. En un estilo de narración peculiar (sin voz en off), eran los propios protagonistas en primera persona los que le iban dando ritmo al documental y explicaban en qué consistía su reivindicación, cómo habían llegado hasta esa situación y qué pretendían conseguir conviviendo con ellos, día tras día, en el llamado entonces “campamento de la esperanza”. En su momento, cuando la vi por primera vez, pasé por encima del fondo del asunto y me quedé más con la superficialidad que a veces te da la inmediatez de la actualidad. Lamentablemente, las cuestiones que se tratan en el documental me vuelven a la memoria y hace poco me decidí a realizar un nuevo visionado, comprobando tristemente que determinadas luchas, determinados problemas, nunca pasan de moda. En su momento me quedé con un testimonio que fue el que me marcó y me hizo plantearme escribir este artículo y que es, precisamente, el que le da título al documental: “El Efecto Iguazú”.
¿Pero qué es y en qué consiste el efecto Iguazú?
Un grupo de trabajadores de SINTEL fueron a instalar infraestructura telefónica a Argentina y en un de fin de semana acudieron de visita a las cataratas del río Iguazú, que hacen frontera natural entre Argentina y Brasil. En esa visita, desde el helicóptero, observaban que el río parecía estar en calma, como si no se moviera. Sin embargo, cuanto más se acercaban a la garganta, se podía ver cómo se apreciaba mucho más la velocidad de la corriente. En el referido documental, uno de los trabajadores del “campamento de la esperanza” realiza un símil de la situación, comparando a los trabajadores y empresas como pescadores en una barca faenando sobre el río Iguazú: al principio, los pescadores creen que el río está en calma y que prácticamente no hay corriente con lo que pescan sin ninguna preocupación sobre lo que pasa alrededor. Sin embargo, a medida que la barca (empresa) se va acercando a la garganta, los pescadores son conscientes de la velocidad de la corriente del río y cómo se aproximan irremediablemente al abismo de la catarata. Es entonces cuando intentan desesperadamente remar hacia la orilla y avisar al resto de pescadores que aún no se han percatado de la situación. Pero ya es demasiado tarde… la corriente es tan fuerte que por mucho que remen no serán capaces de llegar a la orilla. El resto de pescadores que aún creen estar a salvo ni siquiera se darán cuenta de los avisos y continuarán tranquilamente con sus labores, con la falsa sensación de que aún tienen margen de maniobra suficiente.
Desgraciadamente, 10 años después de la publicación del documental, existen demasiados paralelismos entre la situación vivida por aquellos trabajadores de SINTEL y la situación que vivimos actualmente en nuestra empresa y trabajadores de empresas asociadas o subcontratas. Sin embargo, contamos con una ventaja respecto a los trabajadores de SINTEL: ellos nos han hecho señas en su particular río Iguazú y nosotros hemos conseguido verlas por lo que estamos a tiempo de reaccionar. En estos momentos, una opción sería la de que cada uno remase por su cuenta sin pensar ni contar con el que tiene al lado; eso nos llevaría a la deriva e irremediablemente a precipitarnos sin habernos siquiera acercado a la orilla. La otra posibilidad es la de hacer frente común y unir fuerzas para remar todos en el mismo sentido y evitar lo que de otra manera sería inevitable. Aún estamos a tiempo.
Tomando prestado el título de la magnífica película de David Cronenberg, me propongo a hablar de una de las más prometedoras figuras del fútbol balcánico en la actualidad, el serbio Gojko Kačar.
Hace poco, estuve debatiendo con un conocido secretario técnico sobre el presente y el futuro del fútbol del Este (no sólo en los Balcanes sino también en Rumanía, Hungría, Ucrania, etc.). Él decía que después de la caída del comunismo tras el telón de acero toda la cultura de patrocinio del estado como arma propagandística se había venido abajo y con la entrada del capitalismo cada vez se hacían más fichajes foráneos y se invertía poco en las "academias" propias. En definitiva, su conclusión era que en los países balcánicos ya no había talento. Es cierto que podemos ver una ingente cantidad de jugadores brasileños, argentinos y uruguayos en ligas en las que no hace mucho parecía algo impensable. Incluso llegan a nacionalizar jugadores sudamericanos para sus equipos nacionales (leáse por ejemplo el caso más flagrante de Eduardo Da Silva, nacionalizado croata).
Esto no quita que de vez en cuando salgan joyas en el fútbol europeo que provienen del Este, y más concretamente de los Balcanes como son los casos de: el serbio Nemanja Vidić, el montenegrino Stevan Jovetić, el croata Luka Modrić, el bosnio Dzeko o el caso que nos ocupa... el serbio Gojko Kačar.
Desde que descubrí a este futbolista, he de reconocer que me tiene maravillado. Es un jugador con una tremenda calidad y de los llamados "todocampistas", es decir, que es capaz de jugar en distintas posiciones dentro del campo... ¡¡y rindiendo a gran nivel en todas ellas!!. Comenzó su andadura en el equipo de la Vojvodina, de su ciudad natal Novi Sad, jugando de central; posición que le llevó en 2005 a la selección para el Europeo Sub-19 y en la que destacó sobremanera (en la fase previa llegó a marcar ¡¡5 goles!! en la victoria por 8-0 de Serbia frente a Hungría), llegando a las semifinales siendo apeado por Inglaterra. Como defensa central tiene un estilo muy parecido a Julien Escudé en cuanto a su elegancia, yendo al corte con solvencia y, gracias a sus 1.83cm, dominando el juego aéreo. Sin embargo y gracias a su solvencia en la salida con el balón jugado, en la Vojvodina empezaron a alinearlo como mediocentro defensivo; en este puesto por supuesto destacó e hizo que el Hertha de Berlín (su actual equipo) se adelantara a gigantes económicos del fútbol europeo como el Arsenal y Manchester Utd. para su fichaje en el 2008, en un traspaso que rondó los 3 millones de €.
Las buenas actuaciones en el centro del campo hicieron que fuera llamado por la selección para el Europeo Sub-21 en Suecia. Aunque la selección serbia hizo un papel lamentable (sólo empató contra Italia y Bielorusia y no pasó de primera ronda), él fue el autor del único gol contra Suecia. A pesar de que el Hertha se fijará en él como mediocentro defensivo, su buen toque de balón, su gran visión de juego y rapidez hicieron que cada vez lo alinearan más como mediapunta e incluso como volante diestro. En esta posición es un jugador de toque y rápido desmarque ofreciéndose en las paredes con los compañeros lo que hace que tenga mucha llegada, signo de ello son los 9 goles en dos campañas que lleva en el Hertha. A pesar de ello y gracias a sus orígenes en la Vojvodina, no descuida para nada las tareas defensivas. En este sentido, le encuentro bastante parecido con Seydou Keita.
Actualmente es internacional absoluto y a buen seguro que será un fijo en la convocatoria de Radomir Antic para el Mundial de Sudafrica.
Lo más increíble es que, debido a la crisis tanto deportiva como institucional que sufre el Hertha de Berlín en la actualidad, no verían con malos ojos un traspaso este verano de la promesa serbia. Se hablaba de una tasación entre 10 y 15 millones de euros pero con la reciente salida de Voronin al Dinamo de Moscú (recordemos que pertenecía aún al Liverpool y jugaba cedido en Berlín) quizás intenten retener el poco talento que queda todavía en el club germano y haya subido el precio.
En resumen, hablamos de uno de los pocos jugadores "todocampistas" (junto a Dani Alves) con gran calidad y que seguramente revolucionará el mercado estival de 2010. Esperemos que la secretaría técnica de la persona que comentaba al principio lo tenga en su agenda y lo podamos disfrutar el año que viene en nuestro fútbol.
Mi único propósito para este año es el de no proponerme nada. Si algo me enseñaron y se me quedó grabado a fuego es: "si te embarcas en algo, llévalo hasta el final; no abandones". Nada de hacer deporte, de organizarme mejor, de llevar una vida más reposada o del "esto no lo hago más". Es imposible. Lo paradójico es que ni siquiera estoy seguro de cumplir el propósito que me acabo de marcar y es que, para las mentes cambiantes (o culos de mal asiento), es imposible mantener una rutina.
Algunos lo llamarán inmadurez, falta de constancia, de disciplina e incluso de compromiso. Sin embargo, me gusta pensar que soy realista y que no me comprometo con algo que no pueda cumplir.
Esto tampoco quita que de vez en cuando me embarque en nuevas experiencias y proyectos o retome algunos aparcados (fotografía, cine, este blog...); es simplemente que no me convertiré en esclavo de mis promesas y lo que venga, vendrá... sin presiones.
A vosotros, disfrutad de vuestros propósitos y, si los abandonáis, que no os importe: el tiempo lo cura y lo borra todo. El año que viene os lo volvéis a proponer.